lunes, 13 de mayo de 2013

La exhibicion La demostracion de Aikido


¿Que es? ¿Que pienso que debe ser?

Lo primero que tendríamos que plantearnos es el concepto en sí de este acto.

¿Exhibimos nuestro arte?, ¿conseguimos demostrar algo? ¡Que difícil pregunta y que respuestas más incómodas!

No. Si. Tal vez.

Exhibirnos. Quizás mostrar un esbozo visual de lo que hacemos, una imagen pretendida de una práctica basada en sentir (Aiki) es muy complicado. De hecho pienso que es prácticamente imposible.

Sin embargo tal y como lo definió un maestro una vez durante una amena charla, “es un mal necesario”.

Una de las cosas en las que el fundador insistió fue en la difusión universal del Aikido. Sin duda para conseguir este cometido las exhibiciones son una gran herramienta pues da al público la posibilidad de acercarse a la práctica.
Y es precisamente esta la cuestión, por muchas razones, que me causa contradicción.

El aikido por su naturaleza carece de competición o combate reglado, lo que hace que sea difícil su visión para un neófito. Además es una realidad tangible que para el que no practica artes marciales en general o Aikido en particular, que la comprensión de la mayoría de los movimientos que realizamos son una incógnita o carecen de sentido.
Esto provoca que numerosos maestros, buscando una aceptación por parte de quienes no conocen el Aikido modifiquen su entender o sentir con el objetivo de conseguir la atención del publico.

En una gran cantidad de ocasiones tengo la sensación de que las exhibiciones no responden a la forma de practicar Aikido de las personas que las realizan, sino a una intención de “agradar”, “sorprender” o hacer una filmación espectacular.

Los que llevamos muchos años años haciendo Aikido hemos crecido con las Exhibiciones de Cristian Tissier Sensei. Sin duda sus exhibiciones mostraban de forma clara una forma de entender el Aikido. En su momento fueron novedosas por su configuración, atractivas por mostrar un aikido potente, sin complejos, y continúan siendo esperadas con gran expectación. Eran y siguen siendo emitidas en un canal de televisión europeo (Euroesport), y se mostraban en todo el mundo.

De repente empecé a ver “malas fotocopias” de estas exhibiciones, no por su formato, sino por su contenido, de aikidokas que no solo no tenían nada que ver con Circle Tissier, sino que su forma de practicar aikido no tenía nada que ver con la que mostraban.

¿Sacrificar una forma de práctica para agradar a un público?
¿Por qué? ¿Inseguridad? ¿Falta de confianza?

Hace un tiempo, el mismo maestro del que hablaba antes me dijo otra cosa: “tu haz tu Aikido, se fiel a tu práctica, se fiel a tu camino, puede que a la mayoría no le guste lo que vea, pero a los pocos (o muchos) a los que les atraiga, cuando vayan a tu dojo encontrarán lo que han visto, y no la realidad de una visión cinematográfica preparada para pescar alumnos".

Por supuesto no pretendo dar lecciones de autenticidad a nadie, sobre todo porque cada uno hace un su casa lo que considera más adecuado. Pero si me gustaría que estas palabras llamasen a la reflexión de los que realizan exhibiciones.

Hacemos Aikido, en toda su riqueza de formas y maneras de entenderlo. Mostremos lo que hacemos si tenemos que realizar una exhibición.

lunes, 6 de mayo de 2013

KIMUSUBIKAI


KIMUSUBIKAI

Que es el Kimusubikai. Es tan simple como un encuentro de aikidokas de todo el mundo alrededor de Endo Sensei y un estilo de aikido (y por lo tanto de vida), al cual se acude por estricta invitación del mismo.

  Este es el tercero al que tendré la excepcional fortuna de asistir. La primera vez que recibí una invitación para asistir. Realmente me sentí abrumado por la noticia. Sesenta participantes de todo el mundo, alumnos de Endo Sensei, conocedores y seguidores de una forma de entender el Aikido, en un espacio de practica y de convivencia durante cuatro días.

Una invitación de Endo Sensei.  ¿Realmente se había acordado de mí? Era cierto que en los años anteriores mi compromiso por su aikido y sus enseñanzas se habían hecho más evidentes y patentes con una visita prolongada en Japón y siguiéndole en diferentes seminarios por Europa aparte de mi estancia obligada en el seminario de Granada de todos los años, y por supuesto se que mi relación con otros maestros (alumnos de Endo Sensei también presentes en el Kimusubikai) no le pasaba desapercibida. De hecho una de las cosas que he aprendido es que al Maestro no le pasa nada desapercibido, se entera de muchas cosas, se acuerda de todo lo que haces y no haces, es consciente de sacrificios y esfuerzos, y todo ello lo sopesa en el trato maestro-alumno.

 Pero a pesar de todo eso, la invitación que me enviaron me cogió por sorpresa y confirmó de alguna manera en mi buen hacer de los últimos tiempos. Por supuesto hubo voces en el oído del Maestro que aceleraron mi participación (Pepe Jesús Garcia, Matti Joensuu, y mayormente mi maestro y amigo Luis Mochón).

El maestro que me había enamorado del Aikido me solicitaba a su lado para compartir practica con sextos, quintos, cuartos, terceros danes de aikido, la mayoría de ellos con un alto nivel de práctica.

Era para ponerse nervioso… ¿o no?

Por supuesto la respuesta inmediata fue SI. Por supuesto que iré.

Y en esa respuesta se basó toda la experiencia. Un si rotundo a todo. Un proceso de aceptación de todo lo que me rodeaba. En aquel idílico lugar en mitad de las montañas de Austria. Rodeado de grandes practicantes de los cuales se aprende solo con acercarte y escucharles un poco. Un espacio donde Endo Sensei se sentía cómodo por la presencia de algunos de sus alumnos de todo el mundo, lo que también hacia que se abriese hacia nosotros con conversaciones, anécdotas, historias y reflexiones que te hacían descubrirle como hasta entonces no lo había conocido (de hecho desde aquel primer curso ese tipo de experiencias con él se han repetido a veces a lo largo de los años y cada vez son más intensas y enriquecedoras).

No estaba acostumbrado a ese tipo de trato con un auténtico Maestro no solo de aikido, sino de la vida misma. Al principio me sentí desbordado, pero bajo el paraguas de otros alumnos de Endo Sensei, conforme pasaron los días cada vez me sentí más cómodo y pude disfrutar más el momento.

Por supuesto que la presencia de Pepe Jesús Garcia Aragón constante a mi lado y yo al suyo fue clave para entender muchas cosas (no solo por la traducción directa de japonés de Endo Sensei) aprender a estar en mi sitio, encontrar en timing perfecto para preguntar, para responder y para callar, y en general acercarse aún más a lo que buscaba.

 
¿Y la practica? Era fantástica. En aquel entonces mi ración de aikido de la línea de Yamaguchi Sensei y en especial de Endo Sensei se limitaba a la que obtenía de los seminarios (numerosos por necesidad) dado que la practica de la que disponía en aquellos tiempos estaba más enfocada hacia otros maestros.

Me vi rodeado de gente que no solo compartían mi búsqueda en el aikido, sino que podía aprender de casi todos mucho. Entendí el concepto de estudio de la técnica, necesitaba más horas, necesitaba más tiempo, cada palabra, cada gesto era almacenado por mi mente porque era imposible de analizar. Sin duda alguna no era un seminario más. Se había acabado el colegio y el instituto, estaba en la Universidad y había que espabilar o te quedabas atrás (una sensación parecida a la que tuve en la Practica de la Universidad de … en Tokio).

Y entonces se acabó. De repente se acabó. Cogimos un avión de vuelta a Barcelona y por el camino no paraba de pensar en lo que había pasado. ¿Que era diferente?

Conocía a Endo sensei desde 1.996, había ido a sus seminarios por Europa, había estado en Saku dojo en el seminario de Primavera, había estado en sus clases en Hombu Dojo y en la Universidad en Tokio. ¿Que era diferente?

Yo era diferente. Esa ilusión, ese SI me habían cambiado.

Este año participaré en mi tercer Kimusubikai, y mi única aspiración es reencontrarme y renovar votos con ese SI.