viernes, 15 de noviembre de 2013

Dar clases. ¿cuando hay q dar el paso?

A todos (o casi todos) los que practicamos Aikido desde hace tiempo se nos ha pasado por la cabeza o se nos ha ofrecido alguna vez impartir clases.
 
Por supuesto, casi siempre las primeras clases vienen por casualidad... cuando nuestro maestro tiene una imposibilidad de dar la clase habitual y nos pide que le sustituyamos en la cabecera de una clase. Es normal que en estas ocasiones nos limitemos a continuar con la clase establecida por nuestro sensei e incluso que copiemos (con mayor o menor fortuna) lo que él hace y el tema no llegue más lejos.
 
Pero no es este caso del que me gustaria hablar, sino de los casos en los que se nos presenta la oportunidad de crear o ponernos a la cabeza de un grupo de aikidokas.
Y es aqui donde se planea una pregunta interesante y muchas dudas: ¿Tengo lo que hay que tener para dar clase? ¿Soy capaz de transmitir lo que he aprendido y lo que he desarrollado personalmente? ¿Estara mi práctica y mis enseñanzas a la altura de las circunstancias?
 
Pienso que lo primero que hay que hacer es ser sinceros con nosotros mismos y aceptar nuestras limitaciones sin miedo, entender que si bien la fase de la enseñanza es un nuevo proceso al que hay que enfrentarse " tirando de biblioteca", en según q niveles y circunstancias hay q desarrollar la creatividad, entendida como el desarrollo del estudio de los conocimientos adquiridos y la profundizacion en los diferentes aspectos que componen nuestro arte.
 
Soy de la opinion que es básico no anclarse en la posicion del enseñante, pues petrifica o incluso decrece nuestro nivel. Para evitarlo hay que proseguir o más aún incrementar la fase de la práctica tanto con los alumnos como con otros compañeros fuera del dojo aprovechando los seminarios como pumto de encuentro con filosofias y fisonomias diferentes. Endo Sensei explica en su libro que la mayor motivación que encuentra a la hora de impartir seminarios alrededor del mundo es la posibilidad de practicar con miles de personas diferentes, pues cada una de ellas le aporta una vision diferente de un mismo aspecto y tacto diferente en cada movimiento y gesto. Sin duda es una reflexión inspiradora.
Mi maestro Luis Mochon, y el que lo fue antes que él Rafael Tejero, siempre han insistido en la imperiosa necesidad de asistir a seminarios (y aprobecharlos) cada vez que nos sea posible para continuar con el aprendizaje y nos estancarnos en el "onanismo" que significa la practica o la enseñanza en el dojo, por muy alto nivel que exista en este. Evidentemente este aspecto es aún más importante si cabe cuando se trata de enseñantes.
 
En otro lado tenemos la capacidad de transmisión de los conocimientos que tenemos.
Muchas son las ocasiones en las que practicantes de una gran calidad, carecen de una capacidad para obtener resultados a la hora de enseñar.
Las razones pueden ser muy diversas: Por supuesto la inexperiencia es una de ellas, pero con trabajo y tiempo se puede resolver. Otra puede ser la insistencia en "copiar" las clases de nuestros maestros sin dotarlas de contenido, es decir, solo en el aspecto formal, lo que nos lleva a la consecucion de movimientos más o menos correctos pero sin sentido pedagógico alguno más allá de una gimnasia programada. En este caso hay que considerar como necesario el "asentamiento" de los conceptos de la práctica. El estudio intenso y prolongado. Chequear constantemente nuestra práctica para proseguir con la evolución y poder seguir nutriéndonos a nosotros mismos y a nuestros alumnos.

Por supuesto hay caracteres más atractivos que otros, lo que podriamos llamar "tener madera de maestro ". Es una realidad... no todos servimos para ser enseñantes o como mínimo, no todos poseemos esta capacidad de forma innata. Aunque sin duda, con mucho trabajo, todo se consigue.
Parte imprescindible: tener una pasión desmedida por el Aikido y transmitirla a los alumnos.
 
Aunque ligado con la idea anterior, un aspecto que me resulta imprescindible es ser capaz de crear un ambiente de Dojo. Practicamos un arte marcial japonés, y como tal, su caldo de cultivo ideal es un dojo. Pero esta idea ha de trascender la forma física del espacio de práctica. Es la transmisión de una idea, de un sentimiento que hace una transformacion del tatami donde nos encontramos independientemente de su situación física.
Este sentimiento se germina desde el maestro y se alimenta de los alumnos.
 
Se podrían añadir muchas cosas, y profundizar mucho más en lo dicho. Pero sin duda es parte del camino descubrirlo por uno mismo.
 
Yo he tenido la gran suerte de encontrar maestros en mi vida de aikidoka y personal que me han enseñado, y me han inspirado el maestro que me gustaría ser para mis alumnos.
 
Endo Sensei. Matti Joensuu. Dirk Muller. Ariga Kaname. Stephan Goffin. Bruno Zanotti.
 
Y sobre todo Luis Mochón.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario